Y esto es lo que nos cuenta Pilar después de realizar la sesión:
Realizar este pequeño taller con los niños del aula del hospital infantil significa un reto maravilloso y emocionante.
Desde que lo hice por primera vez el año pasado no he dejado de dar vueltas a la forma en la que podía llegar más y mejor a los peques, para que se divirtieran, se olvidaran un rato de dónde están y de sus problemas, para que también los padres sonrieran y además para que la fotografía comenzara a formar parte de sus vidas como una forma de expresión personal.
Sin duda solo entrar por la puerta ya te enseña muchas cosas, pero sobre todo cuando ves que peques y padres no dejan de sonreír aunque estén malitos los pequeños, aunque lleven un cateter o las vías les molesten. Y entonces ¡zas! su ánimo y su energía te abrazan, todo en el aula es una sonrisa, ganas de hacer las fotos bien y de enseñarte las que han hecho.
Los padres se involucran, se disfrazan y también hacen fotos y, además, creo que también pasan un rato divertido.
Me gusta muchísimo acabar la mañana imprimiendo las mejores fotos y llevándoselas a las habitaciones. Vuelven a sonreírte y entonces piensas que tú también puedes aportar algo a la vida de los demás con muy poquito.
Y, por supuesto, si los peques son absolutamente inolvidables también lo son los profesores del aula. Eduardo, Jesús, María y todos los voluntari@s que pasan por allí (no me olvido de José que estaba el año pasado). Ellos te dan la bienvenida, te hacen sentir como si fueras alguien importante y tienen esa fuerza de voluntad y espíritu de los que dedican sus días a los demás, en medio de la enfermedad, y solo con ser testigo ya te están dando una lección de vida. ¡¡Qué ganas de volver!! ¡¡Gracias!!
Gracias a ti Pilar por tu tiempo y tus ganas. ¡Hasta pronto!
